Libre como las aguas del Nilo, siendo quien soy, la partera a la que todos llaman, la amante esposa de Benia, el carpintero; la dulce anciana tejedora de sueños y de amor, encantadora de los corazones de Tebas, guardiana del misterio del nacimiento, por la gracia de mi madre Raquel.
Libre revierto el curso del río, abro los ojos a la vida que fluye, al pasado que no vuelve, al nuevo canto de los pájaros, a la fragancia de la flor del loto, que emerge noche y día, fiel a la dulzura del amor.
Libre soy, Diná, a la que no olvidó su hermano, temeroso del paso del tiempo, que me llama a su barco, para acompañarle en el tránsito.