La gran abadesa del siglo XII nos traslada a la plenitud del otoño, al espacio más recóndito de su monasterio, para liberarnos de las ilusiones y explorar la sutileza de la mística.
Con ella salimos de las coordenadas espacio temporales, para reflejar su maestría intemporal, llena de conciencia.
No por ello escuchamos sólo sus palabras de Reinos Divinos…Hildegarda escribió sobre el mundo físico, las plantas, la medicina natural, el orgasmo femenino, etc. Su obra tan extensa y variada tiene como denominador común la glorificación de lo Divino, que también ilustró y sancionó sus acciones, y justificó su enorme poder.
Ese poder encontró su mayor refrendo en Bernardo de Claraval, que quizás estimulado por la humildad de la monja le abrió sus primeros caminos.
Ella es la sabia consejera, la Sibila del Rin a la que acudían los poderosos, doctora de la Iglesia, fundadora y creadora desde su espacio interior.
Hildegarda se vacía, como la luna nueva y nos nutre como los hogares invernales.
Con ella concluimos un ciclo de mujeres que leyeron perfectamente los signos de sus tiempos y sus vidas, respondiendo a un arquetipo concreto.
Podemos observarlas sin juzgar sus acciones, reconociendo lo común en todas ellas.
Con Hildegarda nos elevamos hasta romper el tiempo, y escribo estos monólogos que hablan de su ser completo:
Número 9: Sabiduría y consejo divino.
Número 1: Una nueva lengua ignota. Hildegarda creó una lengua inspirada por las revelaciones que recibía.
Número 5: Lo divino en el mundo físico.
Número 7: La armonía divina en la música y el canto.
Número 3: Os enseño, y decido. Hildegarda también viajó para predicar sus enseñanzas y ejercer su autoridad.
Secuencia 9 1 5 7 3
#sabia #sibila #abadesa #lunanueva
@teatrodelosciclos S.K
Categoría: Ciclo mujeres
Quinto monólogo de Hipatia de Alejandría. La virgen eterna (número 8)
Un crimen abominable puso fin a mis días.
Un recelo, una envidia prendió la llama que incitó al ignorante.
Una llama, un espíritu llegó a viajar, volvió a su lugar.
Y en el mundo de las sombras me evocan.
Como mártir, como santa, como virgen divina.
Como libre, como bella, como flor eterna de Alejandría, la Catalina santa de esta ciudad.
En el pasado, mi amado Plotino, el que mostró el eterno reino del alma, la religión verdadera de la que ya hablaba Platón, la causa incausada de mi amado Aristóteles. Sabios que ya están en San Agustín, que vivió mi tiempo; en Santo Tomás, cristiano entre cristianos, y en tantas almas que enseñan lo que es verdadero, más allá del tiempo, y más allá del lugar.
Escucha en este enlace un audio para trabajar este monólogo:
Cuarto monólogo de Hipatia de Alejandría. El conflicto (número 2)
Has hecho bien, Orestes, mi alumno, mi amigo, en mantener el orden.
No te preocupes por nosotros.
Si no hay castigo en tu agresión,
¿Cómo sabrá el ciudadano qué está bien y qué no?
El poder temporal debe permanecer neutral, y abrazar todas las interpretaciones de lo oculto.
Sabemos que la verdad es dada a conocer para que actuemos con sabiduría, y ningún fanatismo debe prevalecer.
La verdad debe permanecer en la luz, y esa es la causa de nuestra vida.
Tercer monólogo de Hipatia de Alejandría. Del círculo a la elíptica (número 4)
Hasta ahora hemos buscado el centro en esta realidad.
Pero esta verdad, de alguna manera, ha dividido su centro.
Somos reflejo de una separación. Nos hemos distanciado de la Fuente.
Si antes me esforzaba en encontrar un foco, ahora descubro que puede haber dos.
Quizás uno de ellos sea invisible, mas visible es su efecto.
Hasta llegar al origen del universo, hasta el Uno, seguirá habiendo dos.
Como una vez sucedió, hemos llegado del círculo a la elíptica.
Segundo monólogo de Hipatia de Alejandría. Maestra (número 5)
Quien quiera aprender es bienvenido en mi casa.
Quien lleve camino andado y quiera seguirlo.
Unos días recibo a iniciados que quieren regir los mundos en las altas esferas.
Otros, mejor me hago comprender.
Cristianos, serapianos, antiguos arrianos.
¿No es el Cristo el Primogénito que nos lleva a la contemplación?
Yo enseño a desterrar apellidos, razas y lugares.
No soy hombre, ni mujer.
Me consagro al ser humano, la verdad, y lo que debe ser.
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